La opinión experta
María Blasco nos habla del envejecimiento y la
posibilidad de retrasarlo para evitar ciertas enfermedades
31/10/2012
Tomado de la Fundación
Eduardo Punset de España
El cáncer, al igual que el Alhzeimer,
que el Parkinson o la enfermedad cardiovascular, está relacionado con el
envejecimiento de nuestras células. Con el paso del tiempo se acumula daño en
las células y éstas mueren y/o pierden su estado de forma, de tal modo que
dejan de ser capaces de realizar su función correctamente. La pérdida en la
capacidad de regeneración de los tejidos dañados lleva eventualmente al fallo
de los órganos y a la enfermedad. La edad media
de aparición del cáncer en humanos está en torno a los 50 años. Por lo tanto,
está claro que el envejecimiento del organismo es uno de los factores de riesgo
para desarrollarlo. Pero, ¿por qué aumenta la incidencia de cáncer y otras
enfermedades conforme envejecemos?, ¿si retrasamos el envejecimiento,
retrasaríamos también la aparición de estas enfermedades?, ¿Es posible
controlar el envejecimiento?.
El daño que acumulan las células y
que causa su envejecimiento puede
ser de diversos orígenes, sin embargo, uno de los mejor estudiados es el
relacionado con alteraciones en el material genético o ADN que se encuentra
localizado en los cromosomas. El daño en el ADN ocurre asociado al mismo
proceso de la vida, es decir, la duplicación de las células parentales para dar
lugar a las células hijas. En cada proceso de duplicación del ADN se tiene que
producir una réplica exacta del ADN parental para las células hijas. Sin
embargo, el proceso de replicación nunca es perfecto y se producen errores que
normalmente son reparados por una maquinaria muy precisa (los denominados
sistemas de reparación de daño en el ADN). Pero existe un tipo de daño que no
es reparable; es el que ocurre en los extremos de los cromosomas, también
conocidos como telómeros (del griego “parte del final”). Los telómeros
(repeticiones de ADN con la secuencia TTAGGG) tienen una función esencial para
las células, ya que evitan que los cromosomas se fusionen entre ellos, dando
lugar a las denominadas aberraciones cromosómicas. Cada vez que las células se
dividen se pierde un poco de ADN telomérico de los extremos de los cromosomas y
este daño se agrava conforme aumentan el número de divisiones celulares, es
decir, conforme pasan los años.
La velocidad de daño telomérico
dependerá de la rapidez y frecuencia con que se tienen que dividir nuestras
células para reparar los tejidos. A mayor necesidad de reparar los tejidos
(cuanto más daño), antes agotaremos nuestros telómeros. De este modo, se ha
visto que determinados
hábitos de vida que aumentan el daño tisular, como el tabaco, la obesidad y
todas las condiciones que incrementan la inflamación, incluida la
existencia de un cáncer, aceleran la velocidad de acortamiento telomérico. Éste
incluso se puede acelerar asociado a trastornos de la personalidad tales como
el aumento del estrés percibido, trastornos bipolares, haber sufrido malos tratos,
etc. El acortamiento telomérico excesivo, y por lo tanto, el envejecimiento
acelerado, se puede iniciar en una etapa tan temprana como la vida fetal,
asociado a patologías o defectos de alimentación de la madre. Otros hábitos como el ejercicio, o
determinados complementos nutricionales, tienen por el contrario efectos
positivos sobre los telómeros, ya que parecen
tener la capacidad de despertar una enzima reparadora de los telómeros
denominada telomerasa.
María
A. Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones
Oncológicas (CNIO) y jefa de línea del grupo de investigación Telómeros y
Telomerasa.
NOTA: Está bajo nuestro control
asumir los hábitos correctos para evitar el envejecimiento prematuro. Podemos
hacer ejercicio y tomar complementos nutricionales como la nutrición celular de
HERBALIFE. Usted decide como quiere
envejecer.
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